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Consideraciones para el discernimiento

Introducción

La búsqueda de la voluntad de Dios a través del discernimiento es una práctica esencial para aquellos que difunden el evangelio, especialmente al enfrentar decisiones relacionadas con la forma y el estilo de la evangelización.

El discernimiento evangélico implica la totalidad del ser humano y guía el proceso que se desarrolla entre dos extremos, abordando cuatro niveles: la comprensión de los principios, las convicciones, las opciones y los comportamientos.

Es esencial que el discernimiento evangélico abarque estos cuatro niveles, ya que no solo busca aportar claridad, sino también fomentar una autenticidad en la vivencia de la fe.

Cuando nos disponemos a comunicar el evangelio, es crucial plantearnos las siguientes interrogantes: ¿Cómo llevar a cabo una pastoral efectiva o una reflexión teológico-pastoral enriquecedora? ¿De qué manera se revela Dios en el mundo contemporáneo? Considerando las oportunidades y desafíos que enfrenta la iglesia en la actualidad.

Asimismo, es fundamental reflexionar sobre cómo podemos manifestar la misión de Dios a través del contexto humano actual y los cambios que experimentamos tanto interna como externamente.

A partir de estas reflexiones, podemos orientarnos hacia la definición de las tareas pastorales prioritarias que debemos abordar, especialmente al realizar el proceso de discernimiento evangélico.

Es fundamental permitir que un discernimiento espiritual nos guíe, sin embargo, es igualmente crucial tomar en cuenta dos consideraciones interrelacionadas, como señala Luciano Sandrin.

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Consideraciones

  • El primero se relaciona con el compromiso de escuchar atentamente a los demás, así como a la cultura y al mundo que nos rodea, para discernir cómo el Señor se manifiesta en medio de la realidad, incluso más allá de los confines de la comunidad eclesial.
  • Es imperativo atender las expectativas de las personas que nos rodean, tomar en serio sus anhelos y, sobre todo, sus búsquedas, a fin de servir como agentes de su alegría y esperanza, siendo la presencia viva de Jesús en sus vidas y acompañándolos en su caminar.
  • La segunda consideración se centra en la trascendencia del evangelio, de manera que no nos conformemos pasivamente con las expectativas inmediatas de una cultura o una época particular.
  • El evangelio proclamado es un don de Dios, y siempre lleva consigo una novedad inagotable en el mensaje de Cristo, pues nos hace partícipes de su vida divina.

En este sentido, el evangelizador está llamado a habitar el mundo, a vivir en él y a acompañar a sus habitantes, pero también a participar activamente en la tarea de anunciar el evangelio de manera vigente y creativa.

Además, como cristianos, estamos llamados a compartir las experiencias de esperanza, alegría, tristeza y angustia de quienes comparten nuestro tiempo presente, orientándose siempre hacia la caridad, donde nuestra fe y esperanza encuentran formas de testimonio auténticas y significativas.

Conclusión

Este discernimiento implica escuchar activamente a los demás y al mundo para reconocer la presencia de Dios en la realidad, mientras se mantiene la fidelidad al mensaje trascendente del evangelio.

Los evangelizadores estamos llamados a ser testigos vivos de Jesucristo, compartiendo esperanza, alegría y compasión. Al mantenerse arraigados en la autenticidad de la fe y comprometidos con la caridad, pueden transmitir el evangelio de manera vigente y novedosa, siendo instrumentos de la gracia divina en el mundo contemporáneo.

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