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El Dios de lo escondido

“El Dios de lo escondido”, lo primero que se nos viene a la cabeza cuando leemos este título es una pregunta: ¿Por qué se esconde? Precisamente eso es lo que os invito a descubrir con este artículo, que a modo testimonial quiero exponer de manera sencilla y que nos ayude a descubrir a Dios en nuestro día a día.

Cuando hablamos de ver a Dios pensamos siempre en acontecimientos o hechos extraordinarios, en paisajes impresionantes que sólo pueden salir de las manos creadoras de Dios, o incluso en sucesos que nos pueden resultar milagrosos,… Pero de lo que os quiero hablar es de esos pequeños guiños del Padre en medio de la vida cotidiana. Esos pequeños o grandes detalles que acompañan nuestra vida, que os puedo asegurar que son muchos más de los que creemos, lo único que tenemos que hacer es saber descifrarlos y educar nuestra mirada para poder vislumbrarlos.

Son muchas las cosas, tareas, quehaceres que desarrollamos en un día y que forman parte de nuestra vida. Vamos con prisas de aquí para allá, somos capaces de cambiar de una actividad a otra en cuestión de minutos, llevar los niños al colegio, ir al trabajo o a clase, hacer la compra, estudiar, son tantas las cosas que hacemos en un día, que cuando llega la noche a veces nos damos cuenta, que más que disfrutar la vida hemos dejado que la vida pase delante de nosotros sin dedicar tiempo a personas, momentos, ni siquiera a nosotros mismos.

Pero si ahondamos más en nuestra jornada e intentamos observarla, como si a vista de pájaro se tratase y con los ojos del corazón, podemos descubrir que desde que abrimos los ojos cuando despertamos, tenemos ante nosotros un día lleno de regalos y sorpresas que el mismo Dios nos quiere mostrar, para hacerse presente dándonos vida.

Como veis ya tenemos el primer guiño y no hemos puesto un pie en el suelo… Pues así todos y cada uno de los acontecimientos de nuestro ir y venir diario, sea bueno o no tan bueno, si escudriñamos en ello, seguro que vemos la mano de Dios en la inmensa mayoría, en la risa de los niños jugando en el parque, en la sorpresa ante un regalo, en dos ancianos tomados de la mano,… Son muchos los momentos en un día en los que Dios se hace presente sólo tenemos que educar nuestro sentidos y descubrirlo.

Hay algunos de nosotros que somos privilegiados, ya que Dios nos pone en el camino gente que nos habla continuamente de Él. Son rostros concretos, personas con nombres y apellidos que, desde la debilidad, desde la vulnerabilidad, desde su fragilidad, desde la alegría que transmiten, son el rostro de Dios que se hace vida en sus vidas.

Soy “profe” de un colegio, mi trabajo, fundamentalmente está centrado en ayudar, orientar, dotar de estrategias y sobre todo de amar a niños y niñas con discapacidad o como se llama ahora niños y niñas con diversidad funcional. Es un lujo el poder ver de cerca el Rostro de Dios cada día, en su sonrisa, en el abrazo agradecido, en el logro conseguido o simplemente en la frustración de no conseguir algo, pero que enseguida se sustenta con el tesón y la constancia para poder lograrlo.

Poder trabajar con ellos a diario ha sido en mi vida un canto de acción de gracias, por poder descubrir la ternura de un Dios que nos quiere infinitamente, las entrañas misericordiosas que nos acoge como estemos. El Dios frágil, sufriente y pobre en la Cruz que a la vez abraza, libera y ama a la humanidad entera.

El poder comenzar el día dando gracias por el don de la vida, por poder ver a ese Dios escondido en personitas que en muchos momentos dependen de ti para poder desenvolverse en la vida cotidiana, me produce en muchos momentos sentimientos contrapuestos. Por un lado, la responsabilidad de no tener la capacidad de guiarles y por otro lado el sentimiento agradecido por tanto encomendado. Hoy pido que me siga dotando de esa mirada, que no es más que su mirada para desempeñar mi labor y no ser negligente con todos ellos.

Es el momento de caer en la cuenta de aquellos que en nuestro día Dios nos regala. Todo está en su mano, eduquemos nuestras miradas para descubrir a ese Dios escondido en tantas historias y vidas que tanto tienen que enseñarnos. Miremos a las personas, los acontecimientos, … descifrando como el Dios de la vida y del amor se hace presente en ello de forma tan majestuosa, como el paisaje más hermoso que solo puede salir de las manos creadoras del Señor.

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