El cimiento invisible de toda construcción
Cuando pensamos en una obra de infraestructura, la mente suele dirigirse al concreto, al acero, a la maquinaria pesada. Sin embargo, hay un elemento fundamental que no se ve, pero que sostiene cada decisión, cada cálculo y cada acción: la ética. ¿Qué sucede cuando esta se omite? ¿Y cómo se transforma un proyecto cuando está en el centro de la gestión?
Hablar de ética en la ingeniería civil no es un tema menor. No solo porque involucra la responsabilidad social del profesional, sino porque las consecuencias de una mala praxis pueden ser irreversibles. Desde sobrecostos hasta colapsos estructurales, la falta de ética en obra tiene impactos que van más allá de lo técnico.
Ética profesional: mucho más que buenas intenciones
La ética en obra se relaciona con el compromiso del ingeniero civil de actuar con transparencia, honestidad y responsabilidad. Esto implica desde el cumplimiento de normativas hasta el respeto por el entorno y las comunidades afectadas por un proyecto.
Por ejemplo, modificar especificaciones técnicas para abaratar costos sin notificar al cliente, aceptar sobornos para la adjudicación de contratos o ignorar normativas de seguridad, son prácticas éticamente reprobables. Aunque pueden generar ganancias inmediatas, deterioran la confianza en el gremio y ponen en riesgo vidas humanas.
Un caso emblemático es el del puente Morandi en Génova, Italia, cuyo colapso en 2018 dejó 43 muertos. Investigaciones posteriores revelaron deficiencias de mantenimiento y decisiones técnicas cuestionables. Si bien no todo puede atribuirse exclusivamente a un problema ético, la negligencia sistemática es un reflejo claro de la ausencia de valores profesionales firmes.
¿Por qué suele ignorarse?
La ética, al ser intangible, muchas veces se subestima frente a lo medible: cronogramas, presupuestos, utilidades. No obstante, su influencia es directa en los resultados del proyecto. La presión por cumplir plazos o ahorrar recursos puede llevar a prácticas riesgosas, normalizadas en algunos entornos laborales.
Otro factor es la falta de formación sólida en valores durante el proceso educativo. Si bien las carreras de ingeniería incluyen asignaturas de ética profesional, su aplicación práctica suele estar ausente en el campo. En consecuencia, se forman profesionales técnicamente competentes, pero éticamente vulnerables.

¿Qué implica ser ético en obra?
Ser ético no es simplemente evitar actos corruptos. También significa actuar con justicia, rechazar irregularidades, informar oportunamente los riesgos y, sobre todo, poner la seguridad y el bienestar colectivo por encima del beneficio individual.
Esto abarca decisiones como:
- No avalar materiales de baja calidad, aunque se ajusten al presupuesto.
- Denunciar irregularidades, aun si eso implica tensiones con superiores.
- Cumplir con estándares ambientales, aunque ello demande más recursos.
- Promover la seguridad laboral, incluso cuando las condiciones del proyecto lo dificulten.
El compromiso ético es una práctica diaria que demanda valentía y convicción.
El impacto directo en la sociedad
Cuando una obra se construye con ética, los beneficios sociales son evidentes. La infraestructura cumple con su función, se mantiene segura a largo plazo y genera confianza en las instituciones. Por el contrario, las obras levantadas bajo actos corruptos tienden a presentar fallas, afectar comunidades y deteriorar la imagen del sector público y privado.
En países donde la ética profesional es un valor central, como Finlandia, Noruega o Canadá, los índices de calidad en infraestructura son más altos. La planificación se basa en criterios técnicos y sociales, no en intereses particulares. En consecuencia, la confianza ciudadana en las obras públicas también crece.

Ética y sostenibilidad: una alianza inquebrantable
La ética también se vincula con la sostenibilidad. Un ingeniero ético considera el impacto ambiental de sus decisiones. No se trata solo de cumplir con la ley, sino de ir más allá, proponiendo soluciones que minimicen el daño ecológico y que favorezcan a las generaciones futuras.
Un artículo publicado en la revista Science and Engineering Ethics lo explica claramente: “Una obra ética es aquella que considera el entorno natural como un interlocutor más del proyecto, no como un obstáculo a superar”.
Este enfoque requiere una mirada integral, donde la ética y la ingeniería dialogan en cada fase del proyecto: desde el diseño inicial hasta la entrega final.
¿Cómo fomentar la ética en la formación profesional?
La Universidad CESUMA, consciente de estos desafíos, ha diseñado su Maestría en Ingeniería Civil con una perspectiva integral. No se limita a lo técnico, sino que forma líderes con visión ética, capaces de asumir decisiones complejas con responsabilidad y sentido social.
La propuesta académica integra asignaturas sobre ética profesional, responsabilidad ambiental, gobernanza de proyectos y participación ciudadana. Así, el profesional egresado no solo sabe calcular estructuras, sino también construir confianza.
Además, se fomenta el análisis de casos reales, la participación en simulaciones de obra y el desarrollo de proyectos que exigen soluciones innovadoras, transparentes y sostenibles. Todo esto prepara al estudiante para enfrentar los dilemas del campo laboral con criterio y compromiso.

Conclusión: ¿ética o técnica?
No se trata de elegir entre ética o técnica, sino de comprender que una obra verdaderamente sólida se construye con ambos pilares. La ética no es un adorno de la profesión, sino su columna vertebral. Sin ella, toda estructura corre el riesgo de derrumbarse, tarde o temprano.
Por eso, si eres un profesional que busca marcar la diferencia, te invitamos a fortalecer tus conocimientos técnicos sin perder de vista los valores que dan sentido a tu labor.
Conoce más sobre nuestra Maestría en Ingeniería Civil de la Universidad CESUMA y comienza a construir el cambio desde el primer trazo.
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