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¿Qué es la crisis de la adolescencia?

La crisis de la adolescencia es una etapa del desarrollo mental, la transición de la edad escolar a la adolescencia. Se manifiesta por un deseo de autoexpresión, autoafirmación, autoeducación, pérdida de espontaneidad del comportamiento, demostración de independencia, disminución de la motivación para las actividades de aprendizaje, conflictos con los padres y los profesores.

La crisis de la adolescencia termina con la formación de un nuevo nivel de autoconciencia, la aparición de la capacidad de conocer la propia personalidad a través de la reflexión. El diagnóstico lo realiza un psicólogo, psiquiatra y se basa en la conversación clínica y el psicodiagnóstico. La corrección de las manifestaciones negativas se lleva a cabo mediante métodos educativos.

Información general de la adolescencia

Según la periodización de la edad en la psicología, la adolescencia dura de 11 a 16 años. Este periodo de crisis se caracteriza por una duración considerable: el ritmo de desarrollo físico y mental es elevado y las necesidades surgen rápidamente, pero no se satisfacen por falta de madurez social.

En las niñas, los síntomas son menos pronunciados y aparecen a partir de los 10-11 años, y en los niños, el curso es más pronunciado, comenzando a los 12-13 años. La duración está determinada por las condiciones sociales y las características psicofisiológicas. Normalmente, la etapa de transición se completa a la edad de 14-16 años. Con una reestructuración temprana de las actitudes de los padres hacia el niño en crecimiento, es posible un desarrollo sin crisis.

Causas de la crisis de los adolescentes

La crisis adolescente se caracteriza por un cambio en la relación con los demás a través del desarrollo del autoconocimiento. Los niños se exigen más a sí mismos y a los adultos, pero son incapaces de asumir responsabilidades y hacer frente a los fracasos por sí mismos. El curso del período de crisis está determinado por una combinación de factores externos e internos. En algunos casos, no hay manifestaciones o son sutiles; en otros, el comportamiento cambia drásticamente y el niño se vuelve conflictivo y emocionalmente explosivo.

Los factores externos que agravan los síntomas de la crisis son el control parental y la sobreprotección, la dependencia en las relaciones familiares. El niño busca la libertad, se cree capaz de tomar decisiones y actuar sin la ayuda de los adultos. Se produce una situación de conflicto: existe la necesidad y el impulso de asumir la responsabilidad de las acciones, pero falta la habilidad práctica, y el niño sigue sin tomarse en serio sus responsabilidades. Este hecho impide que los padres perciban al adolescente como un igual. La resistencia, las peleas conducen a la incomprensión crónica, a un curso prolongado de la crisis con retraso en el desarrollo personal.

Los factores internos que agravan la crisis son las peculiaridades psicológicas. Al comienzo de la adolescencia, el niño ha formado ciertos hábitos, rasgos de carácter que dificultan las necesidades y aspiraciones emergentes. Las cualidades que interfieren con la autoafirmación y la autoexpresión se consideran defectos. El adolescente se vuelve irritable, inclinado a culparse a sí mismo por sus fallos. Las habilidades sociales, la apariencia y los rasgos de personalidad (dependencia, timidez, modestia) se consideran de forma crítica.

Patogénesis de la crisis de los adolescentes

Las manifestaciones externas de la crisis reflejan los cambios internos subyacentes. El principal contenido psicológico de la etapa de transición es una actitud reflexiva (evaluativa) hacia las propias capacidades, aptitudes y habilidades. El adolescente pasa de la evaluación de las capacidades de aprendizaje al autoconocimiento. Surge la percepción de uno mismo como no niño.  

La idea de la edad adulta se forma por etapas. Al principio la imagen es concreta y se expresa mediante acciones independientes, arriesgadas y opuestas a las de los demás. Luego hay una conciencia de los límites de la propia edad adulta, que está condicionada por el grado de responsabilidad. Se crea la capacidad de reflexionar, de percibir la propia personalidad con una valoración de las capacidades, habilidades, carencias. Esta nueva formación le permite resolver el problema de la crisis de la adolescencia: separarse de su familia, pero mantener una relación armoniosa.

Clasificación de la crisis adolescente

El psicólogo Vygotsky ha distinguido una fase negativa y otra positiva en la estructura de una crisis adolescente. La primera es la más pronunciada y dura varios años. En ella hay un recorte, una extinción del viejo sistema de intereses y una maduración de las pulsiones provocada por la pubertad. La segunda fase es más suave y se caracteriza por la formación de nuevos valores, hábitos y actitudes vitales.

La fase negativa como más larga y clínicamente significativa tiene tres variantes de curso:

  • El negativismo expresado. El conflicto se manifiesta en todos los ámbitos de la vida. Los antiguos intereses se rechazan por completo y se sustituyen por impulsos.
  • Características atenuadas de la negación. Las actitudes negativas del niño se observan en situaciones individuales como reacciones a la influencia de los demás. La variación del comportamiento en casa y en la escuela es característica.
  • La ausencia de síntomas negativos. El niño que crece desarrolla nuevos intereses: la lectura, los deportes, los viajes, las relaciones con el sexo opuesto. El antiguo sistema de intereses persiste (centrarse en actividades de aprendizaje, amistades, mantener relaciones positivas).

Síntomas de la crisis de los adolescentes

En el ámbito emocional-conductual, el negativismo se convierte en la principal manifestación. El niño se enfrenta a su entorno, es hostil, conflictivo y a menudo interrumpe la disciplina.

Se observan cambios de humor con predominio de la insatisfacción, la irritación y el mal humor. La inquietud interna conduce a un deseo de estar solo, aislado de la gente. Los adolescentes se niegan a realizar las tareas domésticas, a visitar y recibir invitados, a estar con la familia. Reaccionar de forma violenta e impulsiva ante las objeciones de los padres. Puede estar sentado en su habitación con la puerta cerrada durante largos periodos de tiempo. Prefieren la comunicación real y virtual con sus compañeros, por lo que pasan mucho tiempo fuera de casa o en el ordenador. El grado de negatividad oscila entre la negatividad total y la nula.

Hay una disminución en el rendimiento del aprendizaje. Los niños se desenvuelven peor en las tareas creativas, como las redacciones y los proyectos de investigación. Los cambios están asociados a una reestructuración del sistema de valores y al desarrollo del pensamiento abstracto y lógico.

Los adolescentes se interesan por la música, la psicología y la filosofía. La auto-observación, la auto-percepción, la reflexión de sus propias emociones y estados se desarrolla intensamente. Aumenta su sensibilidad a las críticas y a las experiencias de los demás. Los niños empiezan a llevar sus diarios personales, a participar en conversaciones de corazón a corazón con sus amigos y a leer cuentos y novelas de aventuras.

Complicaciones de la crisis de los adolescentes

En ausencia de apoyo de los padres, la crisis de la adolescencia se prolonga. Las complicaciones son los trastornos emocionales y de comportamiento. Las niñas son más propensas a desarrollar neurosis, mientras que los niños son más propensos a formar acentuaciones, psicopatías, pulsiones patológicas.

Los conflictos intrapersonales afectan negativamente al estado emocional, contribuyen a la formación de la depresión, el retraimiento, el trastorno obsesivo-compulsivo, aumentan los rasgos ansiosos, delirantes, excitables. Las frecuentes peleas en la familia, el descenso del rendimiento escolar incita a los adolescentes a las fiestas callejeras, al vagabundeo y a los comportamientos suicidas.

Recomendaciones en el caso de la crisis de los adolescentes

Los adolescentes no necesitan un tratamiento especial, puede ser necesaria la asistencia psicológica para establecer relaciones armoniosas entre el niño y sus padres, profesores y compañeros. El especialista lleva a cabo sesiones de formación en grupo orientadas al desarrollo de la reflexión, la aceptación del yo, y ofrece asesoramiento a los padres. Los métodos para suavizar las manifestaciones de la crisis incluyen:

  • Encontrar compromisos. En situaciones de conflicto, es necesario encontrar «puntos de convergencia» de intereses. Aceptar la condición del niño a cambio de cumplir un compromiso (no entramos en la habitación, tú ordenas tres veces a la semana).
  • Reglas para todos. Todos los miembros de la familia deben cumplir ciertos requisitos y tradiciones. Nadie puede darse un capricho (comemos en el comedor, nada de música después de las 9, sacamos la basura por turnos).
  • La igualdad. Es necesario que el joven participe en la discusión de los asuntos, problemas y planes familiares. Es importante darles la oportunidad de hablar y tener en cuenta su opinión a la hora de tomar una decisión final.
  • Equilibrio emocional. No cedas a las provocaciones de un adolescente. Hay que mantener la calma y demostrar una actitud equilibrada ante el conflicto como atributo de la edad adulta.
  • Interés, ánimo, apoyo. Las relaciones amistosas y de confianza entre padres e hijos son una condición básica para superar la crisis. Interés por las aficiones del niño, elogios por mostrar independencia y responsabilidad, delegar responsabilidades como expresión de confianza.

La capacidad de evaluar reflexivamente las propias cualidades, habilidades, capacidades y carencias personales es una novedad de la crisis. Se forma el sentido de la responsabilidad y la comprensión de la libertad. Se produce una separación del adolescente de sus padres, pero se mantiene una estrecha relación. Para evitar un curso prolongado y el desarrollo de complicaciones de la crisis, es necesario ser flexible en la relación con el adolescente: mantener una relación de confianza y garantizar la «soberanía», es decir, reconocer la independencia y la autonomía, proporcionar el derecho de elección, hacer que participe en la resolución de cuestiones familiares importantes.

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