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¿Qué son las neuronas espejo y por qué las necesitamos los humanos?

En 1996, Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittoria Gallesego descubrieron las neuronas espejo al registrar la actividad cerebral de monos que realizaban determinadas acciones dirigidas a un objetivo.

Las neuronas espejo son un grupo de células nerviosas asociadas a ciertos comportamientos empáticos, sociales y de imitación. El mal funcionamiento de los centros cerebrales que producen las neuronas espejo puede ser una de las causas de los trastornos del espectro autista.

Qué son las neuronas espejo

Las neuronas espejo son un grupo de células nerviosas o neuronas que se activan durante una actividad concreta y también al observar a otra persona que realiza la actividad.

La actividad observada estimula el sistema nervioso reflejo del cerebro, tal como lo haría si la propia persona hubiera realizado la actividad. Se podría argumentar que el observador activa el mismo conjunto de neuronas que se activan durante su propia actividad.

Por ejemplo, las neuronas espejo son directamente responsables del impulso de bostezar cuando se ve a otra persona bostezar. También permiten a los recién nacidos imitar los movimientos realizados por los cuidadores adultos.

La activación de las neuronas espejo no viene determinada por la observación de cada movimiento aleatorio, sino por su adecuación. Comienza cuando se trata de una interacción entre un actor y un objeto.

Las neuronas espejo empiezan a funcionar ya durante el desarrollo intrauterino, y su actividad es la base de la comunicación entre el feto y la madre. Este tipo de células se localiza en el córtex motor, que se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro, cerca de la zona asociada al desarrollo del lenguaje.

Las neuronas espejo y la empatía

Las neuronas espejo no sólo están relacionadas con el comportamiento imitativo, sino también con el comportamiento empático y social. Estas permiten comprender mejor al interlocutor, percibir las emociones que siente e incluso, según algunos, predecir las intenciones.

Las neuronas espejo se consideran la base de la empatía. Forman una imagen de tristeza en la cara cuando vemos a alguien llorar, o una sonrisa cuando la felicidad viene de otra persona. Se acercan a los problemas de los demás. Nos permiten crear lo que se conoce como identidad con los demás.

Mediante las neuronas espejo se forma la empatía, que influye significativamente en el establecimiento y mantenimiento de las relaciones interpersonales, despierta la confianza en uno mismo, aumenta la apertura al mundo y la capacidad de gestión de las personas, mejora el trabajo en grupo y la capacidad de resolver las crisis de forma constructiva.

Las neuronas espejo y el autismo

Las neuronas espejo y el autismo son una relación muy intrigante. Para algunos investigadores, el mal funcionamiento de estas células nerviosas es la causa del autismo e incluso de la esquizofrenia.

Sostienen que, debido a un mal funcionamiento del sistema de neuronas espejo, una persona con trastornos del espectro autista presenta un déficit de comunicación verbal.

Además, puede explicar la incapacidad de las personas autistas para juzgar las intenciones de los demás. Las neuronas espejo son responsables de las habilidades sociales que las personas con autismo no poseen o poseen de forma limitada. Este punto de vista se denomina «hipótesis de los espejos rotos».

En qué consiste el mito de las neuronas espejo

Las propiedades milagrosas de las neuronas espejo han resultado ser un gran mito. Se puede encontrar mucha información interesante sobre el tema en un libro titulado The Myth of Mirror Neurons (El mito de las neuronas espejo), de Gregory Hickock, especialista en neurociencia.

Sostiene que las neuronas espejo son una de las ideas más sobredimensionadas de la psicología. Además, señala tanto las deficiencias de las investigaciones realizadas en este campo como su mala interpretación. El investigador no duda de la existencia de las neuronas espejo, pero insta a no exagerar su importancia funcional.

Hickock critica la teoría convencional de las neuronas espejo, que las asocia con la acción dirigida a un objetivo. Cree que sólo el ejecutor de una acción sabe cuál es el objetivo de su acción. Además, una misma acción puede significar algo muy diferente según la situación (el contexto en el que se realiza) o la persona. Por ejemplo, se puede tomar una taza con la intención de beber café, dársela a otra persona o salpicarle la cara.

El investigador señala entonces las dudas en cuanto a la implicación de las neuronas espejo en la comprensión del habla, que se basa en la capacidad de imitar movimientos. Considera que la capacidad de realizar movimientos relacionados con el habla no es necesaria para la comunicación. En apoyo de esto, se da un ejemplo clave de personas con parálisis cerebral que se comunican utilizando técnicas de comunicación alternativas.

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